doi.org/10.35669/revistadecomunicacionysalud.2017.7.151-172

ORIGINAL

MATERNIDAD Y PRIMER FRANQUISMO

Maternity and early Francoism

Francisco-Javier Martínez-Cuesta1

1Universidad de Salamanca, España

Resumen
Iglesia y Falange crearon un modelo de mujer tradicional que se perpetuó a lo largo de la dictadura. Desde niñas las mujeres eran educadas para Dios, la Patria y el hogar; se trataba de configurar un tipo de mujer que se entregara a su misión natural como esposa y madre convirtiéndose la maternidad y la perpetuación de la familia en su misión suprema. La coincidencia entre el discurso católico, médico y pedagógico mantuvo este modelo de mujer propugnando su necesaria instrucción para que pudiera cumplir adecuadamente su exclusiva función. En la educación femenina no solo la escuela estableció el ideal de mujer buscado, las revistas de organizaciones políticas y religiosas femeninas colaboraron en ese propósito. En el presente estudio se desarrollará un análisis de discurso de las mismas para descubrir los valores transmitidos para una mujer que debe ser -ante todo- esposa, madre y servidora de la Patria.

Palabras Clave: mujer, educación, hogar, revistas femeninas, salud materna, franquismo.

Abstract
The Church and the Falange created a concept of the traditional woman should be, which was upheld during the dictatorship. Since they were girls, women raised for God, Country and their home. The goal was to create a female model that would live according to her “natural mission”. The Catholic Church, medical and education professionals shares beliefs which supported this female role and advocated women to be instructed so they could successfully fulfil their specific purpose. The schools were not the only ones to establish the figure of the ´ideal female´ in girls` education; women’s magazines published by political and religious organisations also cooperated with this agenda. On this study it will be elaborate an analysis of discourse of the same in order to discover the values transmitted to women, who must be (mainly) wives, mothers and servants of the Country.

Keywords: woman, education, home, women’s magazines, maternal health, Francoism.

Recibido: 3 de octubre de 2017
Aceptado: 30 de noviembre 2017

Cómo citar el artículo
Martínez Cuesta, F. J. (2017). Maternidad y primer Franquismo.
Revista de Comunicación y Salud, vol. 7, 151-172. DOI: http://doi.org/10.35669/revistadecomunicacionysalud.2017.7.151-172
Recuperado de http://revistadecomunicacionysalud.org/index.php/rcys/article/view/131

1. INTRODUCCIÓN

El descenso de la población y la alta mortalidad infantil, determinadas por el contexto bélico, hacen que el Nuevo Régimen conceda a la mujer un papel determinante como madre y cuidadora de los niños de la “Nueva España”. La familia es la célula básica de esta sociedad y, dentro de ella, es esencial el papel de la mujer como educadora y transmisora de unos valores tradicionales que perpetúen ese orden social establecido. El paradigma de sociedad propuesto se basaba en el mantenimiento de los principios del siglo anterior donde los valores básicos eran el sacrificio, el servicio, la obediencia y la disciplina.
El nuevo modelo ideológico se difunde, también, en el contexto educativo. De esa forma la maestra y los libros de texto se convierten en los agentes que transmiten a los escolares los nuevos valores, tornándose en instrumentos moldeadores de sentimientos y emociones individuales y sociales. Y en esos textos escolares el papel propuesto para la mujer es el de buena madre y esposa.
Dentro de los agentes socializadores debemos mencionar a las órdenes, congregaciones y organizaciones religiosas femeninas y, obviamente, a la Sección Femenina que para la socialización política de la mujer contó con las Escuelas de Hogar y Formación, las Granjas-Escuelas, las Cátedras Ambulantes y el Servicio Social. La Sección Femenina fue una de las organizaciones que contribuyó a la formación ideológica de la mujer española, asignándole la misión subsidiaria de “apoyo del varón”. Colaboró activamente en la política natalista y educativa del nuevo régimen mediante las instituciones mencionadas y diversas publicaciones como Bazar para niñas; Medina, Teresa e Y para muchachas; Ventanal para mujeres y Consigna para maestras y mandos. Este modelo de mujer también se difundió desde publicaciones de organizaciones religiosas como Para Nosotras, Senda, Cumbres para mujeres; Volad para muchachas y Tin Tan para niñas.
Aunque dentro de los programas educativos femeninos había asignaturas como la de Economía Doméstica, Formación Político- Social, Canto y Música, el propósito último de todas era el mismo, orientarlas hacia el servicio al hogar y a “los otros”. La educación física era considerada como una forma de disciplina y fortalecimiento moral -a través del cuidado del cuerpo y la salud- para las futuras madres.
En líneas generales los planteamientos educativos para la mujer que defienden tanto Sección Femenina como las organizaciones femeninas de la Iglesia podrían sintetizarse en la necesidad de una educación diferenciada y “especial”; la convicción de que su lugar “natural” es el hogar, cuidando del marido y de sus hijos y la cortapisa a todo aquello que signifique una promoción social, cultural o profesional de la mujer.
El ideal de mujer buscado por el régimen en la década de 1940 se correspondía con el de una mujer católica, patriótica y hogareña; por lo que para la educación de las niñas se convirtieron en lugares comunes la parroquia, las “Casas de Flechas” y las clases de hogar. La escuela, el profesorado y los libros de texto fueron los principales encargados de inculcar los nuevos valores a las niñas. Pero otros canales de difusión (consultorios sentimentales, cine, novelas, revistas femeninas, enseñanzas en las escuelas y albergues, los púlpitos) les auxiliaron en esa tarea.
Las revistas femeninas de las organizaciones políticas o religiosas constituyeron un vehículo especialmente apropiado, por su fácil acceso y consumo, para demoler la imagen de la mujer republicana (moderna y culta), al servicio de la educación de las mujeres en el modelo tradicional reafirmando el modelo hegemónico propuesto desde la escuela. Y aunque no existiera la presencia física del agente educador, en ellas se producía un peculiar proceso de enseñaza-aprendizaje potenciado por el principio pedagógico del interés. A pesar de ello la prensa femenina ha sido poco utilizada como fuente -al considerarla como un género menor en relación con la prensa de información general- por lo que se ha realizado un exiguo número de investigaciones en esta línea.
Circunstancia que justifica suficientemente para nosotros el estudio de estos espejos de papel con el objetivo de encontrar y describir, a través de ellas, el modelo de mujer que propugnan analizando si éste coincide y refuerza el oficial proyectado por el régimen o, por el contrario, diverge y se aparta de la horma impuesta.
Hemos utilizado un análisis de contenido textual para cuyo relato hacemos un amplio uso de citas literales, dado lo significativo de éstas y, esencialmente, por la dificultad de acceso a muchas de las revistas manejadas.

1.1. La educación de la mujer en el discurso falangista

Se trataba de una educación destinada a formar madres educadoras y amantes esposas. En el IV Consejo Nacional de la Sección Femenina (1940) al referirse a esa educación se decía:

- Para orientar esa formación, vamos a inspirarnos, como siempre, en las enseñanzas de José Antonio; decía él que hay que volver a poner al hombre los pies sobre la tierra. Y para la mujer, la tierra es la familia. Por eso, [...] tenemos que apegarlas con nuestras enseñanzas a la labor diaria, al hijo, a la cocina, al ajuar, a la huerta, tenemos que conseguir que encuentre allí la mujer toda su vida y el hombre todo su descanso (Primo de Rivera, [1943], 26-27).

Carmen Werner, Regidora Central de Cultura y Formación de Jerarquías, publicó un pequeño tratado de educación para las alumnas de la Escuela de Mandos, donde quedaba claro el puesto que le correspondía ocupar a la mujer en la vida y el tipo de relación que debía mantener con la autoridad, encarnada en los hombres:

- sea, que la Sección Femenina, que es un conjunto de mujeres, no debe desnaturalizarse ni cambiar su condición, sino que para ser eficaz o para ser colaboradora en la obra viril de la Falange tendrá que mantenerse en la sombra, en la modestia y en la sumisión, y con ese complejo, y envueltas en las usuales formas femeninas de gracia y amabilidad, entablar vuestras relaciones con las Jerarquías (hombres) (Werner, 1942, 60-64).

Atendiendo a este discurso falangista, al hombre le correspondería la misión de salvar la nación (Patria) y a la mujer la de su mantenimiento formando familias nacionalsindicalistas. El papel social de la mujer debía limitarse a complementar la superior misión del hombre. Y puesto que la maternidad era una exigencia, el Estado y el Movimiento serían los encargados de proporcionar la educación necesaria para su buena práctica:

- Así, pues toda mujer debe ser educada para el hogar, rica o pobre, que no hay bienes de fortuna que dispensen del deber, impuesto por ley divina, de educar a los hijos. [...] Y si la mujer quiere tener la satisfacción (“y debe quererla”) de ser el puntal más firme de la educación de la prole, obligación suya es ilustrarse y prepararse para tan alto magisterio. (Onieva, 1939, p. 26)

Objetivo primordial de la educación materna era la “formación de los hijos para Dios, para España y la Falange”, en la que se incluían las reglas básicas de la formación religiosa y se inculcaba a los niños las ideas del nuevo Estado.
Otro conocido texto que defendió esta doctrina oficial fue la Guía de la madre nacional-sindicalista de Mercedes Suárez-Valdés y Álvarez:

- Vosotras, camaradas madres, tenéis la obligación de hacer que vuestros hijos sean buenos cristianos, para lo cual tenéis que enseñarles, tan pronto como sea posible, las siguientes cosas que el catecismo marca como obligatorias [...] Tenéis, también, la obligación de educar y formar a vuestros hijos para España. Desarrollad en ellos un verdadero patriotismo, hacedles amar a España sobre todas las cosas de este mundo [...]; que estén dispuestos a morir por la Patria (Suárez-Valdés, 1940, 107 y 119).

Se trataba, en fin, de configurar un tipo de mujer que se entregara a su “misión natural” como esposa y madre y que supiera defender e inculcar los “ideales” de la “Nueva España” nacida de la “gloriosa revolución nacional-sindicalista”. Por lo que la obligación de las madres consistirá -como les recordaba Pilar- en “meter a vuestros hijos hasta la entraña esta Falange que nos llena la vida, hasta que llegue el momento en que, por su edad, alcancen la dicha de entrar a servir por sí mismos en el Frente de juventudes” (Primo de Rivera, 1943, 42).
Estas concepciones dieron “forma a la nueva educación de las mujeres, que contemplaba siempre, ineludiblemente, el horizonte de la maternidad y la familia, en estrecha y explícita connivencia, también, con el discurso y las tradicionales aspiraciones de la Iglesia institucional” (Palacio Lis, 2003, p. 174). Como mantenedora de esa familia el papel de la mujer fue esencial, hecho que serviría para justificar su nueva reclusión en el espacio doméstico al considerar que su destino natural era el matrimonio y el cuidado del hogar (Molinero, 1998).

1.2. El discurso católico

Tanto el discurso de Falange como el eclesiástico coincidieron en la misión que tenía encomendada la mujer. La interpretación del Génesis y la frecuente referencia a la encíclica de Pío XI: Casti Connubii (1930) sirvieron para explicar y justificar la complementariedad y sometimiento de la mujer respecto al hombre.
Y lo mismo que ocurría con los textos de la escuela, los numerosos manuales de formación dedicados a la mujer fueron “una fotografía importante de los estatutos simbólicos anacrónicos que predominan y constituyen un documento fundamental para detectar la función del pensamiento mítico-religioso frente a la discriminación de género” (Di Febo, 2003, p. 28).
El Padre Vicente Jiménez -uno de los precursores- publicó en 1938 un texto titulado: Engrandecimiento de la Patria por las madres españolas. Algunas normas prácticas para la educación moral de los hijos.
La “madre española y católica” debía contribuir al resurgimiento de la Nueva España cumpliendo sus funciones principales de “Madre, Maestra, Sacerdotisa y Reina del hogar”. Y en cuanto a la educación de las niñas:

- La juventud masculina, robusta y sana, de la España nueva no te pide que le formes mujercitas de labios de rosa y de rubios cabellos postizos, “orla de oro de una hornacina cerebral vacía”, y que, en grotesco contraste, sepan beber y fumar a lo hombre... España te pide y te exige, [...] que le des doncellitas juiciosas y laboriosas, chapadas a la antigua, que sepan cocinar y coser con gracia, reír con risa franca de mujer pura, y rezar con fe honda de cristiana santa (Jiménez, 1938, p. 147).

Es decir, se requerían madres “reinas del hogar, sacerdotisas en ese templo que alumbren el espíritu familiar con la luz de las celestiales enseñanzas, dirigiendo a sus hijos hacia el bien, la verdad y la belleza” (Buj, 1948).
Entre las virtudes que debía tener la mujer destacaba la de la pureza, por ello desde niñas se les inculcaba el sentido del pudor. La pureza de la niña es “algo precioso que debe ser cuidado con esmerado interés” mediante una “acción educativa y orientadora verdaderamente moral. Y moral es preparar a la niña para la virtud y la continencia por el único camino de la verdad” (Morales, 1942, p. 29-30).
Las referencias a la mujer en la Sagrada Escritura son frecuentes y se recurre a ellas para definir la naturaleza de esta nueva mujer. Así, muchos autores hablan de la mujer fuerte: “Poner como ideal ante nuestros ojos, no a la señorita pintada que lee novelas y va al cine, sino la mujer fuerte de la Sagrada escritura” (Serrano de Haro, 1941). O la mujer “muy mujer”. La educación debe “hacer a la mujer muy mujer, para que sea apoyo del varón, alma de la familia, sostén de la sociedad”. Debe ayudarle a ser “muy bella, atractiva, digna, culta, fuerte” y, sobre todo, “muy piadosa” (Reina, 1940).
Y será en ese apoyo al varón ejercido como hija, hermana, esposa o madre donde la mujer deba encontrar sentido a su vida:

- Únicamente la mujer instruida en todos los deberes femeninos, capacitada para la trascendente tarea del hogar y la familia, puede esperar confiadamente la felicidad, que llegará indefectiblemente, porque el hombre busca siempre su complemento en ella, y solamente una mujer muy femenina, muy mujer, es capaz de llenar los afanes del hombre (Morales, 1942, p. 56).

Este discurso se “fundamentaba en la época en la dicotomía entre virtud y pecado, entre bien y mal, a partir de los modelos de María -virgen y madre- y Eva” (Mira Abad; Moreno Seco, 2004). También se establecía una comparación entre la mujer española -recatada y buena madre- y la extranjera -caracterizada por la sensualidad y la impudicia-.
Para trasladar estos ideales la Iglesia católica contó, además de con sus actividades institucionales, con organizaciones como la “Acción Católica Femenina”, las “Congregaciones Marianas e Hijas de María” y las órdenes religiosas femeninas, pero, sobre todo, con su fuerte presencia en la escuela; por lo que la Religión “se impone como la asignatura por excelencia en todos los centros de educación” (Palacio Lis; Ruiz Rodrigo, 1993) y en especial para la educación femenina. Todo ello hizo que desde las instancias estatales se afirmara la preeminencia del catolicismo en las aulas, quedando patente en los signos y símbolos externos y en las numerosas actividades religiosas realizadas a lo largo de la jornada lectiva y el curso escolar.

1.3. El discurso médico

Los médicos afectos al régimen también abogaron -a través de las revistas dedicadas a la mujer (1) por un modelo orientado hacia la maternidad, prestando su prestigio científico a la causa. Así, el doctor José Botella Lluisá llega a afirmar que “la maternidad [es] acto cumbre de su vida, por el cual la mujer se coloca en el centro del universo entero” (Botella Lluisá, 1943).

(1) Sus colaboraciones aparecían en revistas como: Y. Revista para la mujer, Consigna, Medina, Teresa, Ventanal y Senda.

Para llegar a cumplir con esa función procreadora de la que dependería el porvenir de la nación, la mujer española tenía que mantener un cuerpo sano a través del ejercicio físico. El doctor Luque Beltrán defendió esa gimnasia benéfica para preparar el cuerpo femenino:

(2) En los primeros años del franquismo era el médico encargado de los artículos de información ginecológica en las revistas dedicadas a la mujer. En Y. Revista para la mujer escribió su crónica bajo el seudónimo de “Gimnasiarca”.

- Para la prosperidad futura de la raza, la sana constitución y las formas armoniosas, tiene mucha más importancia en la mujer que el hombre [...] y la necesidad más grande que de la cultura física tiene la mujer, nos debe convencer de la importancia de los ejercicios gimnásticos (Luque Beltrán [Gimnasiarca], 1938:32).

Se trataba de un ejercicio específicamente dirigido a la preparación para la procreación que no tenía que ver con el empleado en el deporte de competición:

- No hay que olvidar que si el ejercicio físico moderado es excelente para la mujer, es enormemente nocivo cuando llega a producir la fatiga, y si se llega a los ejercicios violentos en el momento de la pubertad, puede tener una repercusión desagradable sobre el desarrollo de la mujer (Luque Beltrán [Gimnasiarca], 1938, p. 32).

Por lo que el discurso médico y ginecológico “impone un modelo físico en lo que lo atractivo va supeditado a lo funcional reproductor” (Barrachina, 2003); especialmente cuando la mujer se convertía en madre:

- Cada hora tiene su afán y cuando la mujer adulta llega a madre, tiene dos o tres meses en que su morfología puede no ser estética, ¡pero con qué orgullo puede resistir esta pequeña prueba a cambio de sentirse en su seno a un futuro hijo! (Luque Beltrán, 1943, p. 16).

La exclusiva finalidad procreadora de la mujer le eximiría de otro tipo de actividad o capacidad encomendada al varón:

- La mujer es, ante todo, madre. A cambio del grandioso sacrificio que esto representa, debe verse menos sobrecargada en la lucha por la existencia. El hombre, en cambio, tiene en ésta su razón de ser. La mujer se ennoblece y se justifica siendo madre; el hombre sólo puede ponerse a su altura ganando el pan con el sudor de su frente (Botella Llusiá, 1943, p. 44).

La diferencia biológica de los sexos justificaría la diferencia social y funcional de género, por lo que la “misión biológica” de la mujer la inhabilitaría para el trabajo:

- Ella no debe luchar nunca por la existencia porque no es su misión, ni biológicamente está preparada para ello. Del mismo modo sería contranatural que un padre se ocupase de cuidar de sus hijos, mientras la mujer se emplea en otros menesteres (Botella Llusiá, 1943, p. 44).

Los sentimientos y las tareas maternas absorben tanta energía y tiempo a la mujer que - como afirma el doctor Vallejo Nágera (1946) - no tiene fuerza “para la dirección moral y mantenimiento de la familia, que pasan al hombre”.
De esta manera se justificaba la prohibición del trabajo a las madres y, también, a las madres potenciales. El doctor Manuel Blanco Otero, médico puericultor del Estado, piensa con el doctor Juan Bosch Marín (3) que el trabajo de las jóvenes aumenta el número de enfermedades características de la mujer: “ clorosis, anemia, enfermedades de los órganos pélvicos, nerviosas, etc.”; e influye “sobre la morbilidad, sobre la mortalidad de sus hijos, sobre la lactancia, sobre la natalidad y sobre la fecundidad”; por lo que es “indispensable la organización de la lucha contra el trabajo femenino, especialmente fuera del hogar” (Bosch Marín, 1938) o, al menos, debe “ser reglamentado en beneficio de ella, de su hijo y de la Patria (Blanco Otero, 1945). Por lo que no se concebía que existieran mujeres que trabajaran por deseo propio:

(3) En 1944 es Jefe de Puericultura de la Sanidad Nacional y de la Obra Maternal e Infantil del Instituto Nacional de Previsión.

- La mujer sale de su hogar por fuerza de la penuria económica, en la inmensa mayoría de los casos, y a costa de vencer prejuicios, modalidades de su carácter y hacer requisa de fuerzas defensivas y ofensivas para adaptarse al nuevo tipo de vida (Bohigas, 1941, p. 108).

Asimismo, algunos autores religiosos apoyaron el trabajo doméstico frente al trabajo asalariado señalando que el primero es “fuente caudalosa de alegría”, que “moraliza extraordinariamente” y siendo “más natural y dulce, tiene la virtud de servir de poderoso medicamento específico contra todas las manifestaciones y fases de la neurastenia triunfante” (Jiménez, 1938).
La exaltación de la figura materna y la preocupación por su salud y bienestar entrañaba el fin superior de procrear niños sanos y fuertes:

- En el Estado, la mujer madre ha de ser la ciudadana más importante. Éstas fueron las palabras que publicó Hitler en su programa fundamental, y como conocemos toda la razón que le asistía y sabemos la importancia que para nuestro país tiene en los momentos actuales el conseguir una gran cantidad de hijos sanos, procedentes de madres fuertes, queremos no sólo con palabras sino con hechos, cooperar a la consecución de este fin. (Luque Beltrán, 1938a, 17).

Y las obligaciones de una madre no acababan con la preparación del cuerpo para el alumbramiento, sino que continuaban inmediatamente con la lactancia natural. Por lo que una buena madre no podía delegar ese deber como defendía el doctor Luis Navas Migueloa, asesor de Sanidad Nacional de la Sección Femenina:

- Nunca debe olvidar una madre el deber que tiene de amamantar a su hijo, y no cumplirá bien su papel si priva al mismo de este derecho que le asiste plenamente. El niño privado del pecho de su madre pierde uno de sus mejores tesoros de su existencia, y una madre que no lacta a su hijo renuncia a una de las misiones más grandes y sublimes (Navas, 1943, p. 45).

Las revistas de Acción Católica también abogaron por la lactancia materna: la crianza materna es, sin duda de ningún género, la mejor para el niño. Esta debe ser reglamentada rigurosamente, pues está escrupulosamente demostrado que el lactante necesita tres horas para hacer la digestión (4).

(4) Para nosotras Nº 105, enero 1954 p. 22.

Aparte de las colaboraciones de los médicos especialistas, la revista Consigna, publicación de la Sección Femenina, contó con una sección de “divulgación sanitaria” en la que se daban nociones de puericultura, higiene, vacunas infantiles, etc. dentro de la que se denominó campaña de lucha contra la mortalidad infantil:
“¡Camaradas! Trabajad sin descanso para combatir la mortalidad infantil en nuestra Patria” (5).
“Trabaja sin descanso para combatir la mortalidad infantil. Ante la tragedia de un niño que se asfixia a consecuencia de la difteria, cualquier sacrificio realizado para salvarle parecería insignificante.

(5) Consigna Nº 28, 1943, p. 56.

Vacunando a vuestros hijos contra esta enfermedad, les evitaréis ese penoso trance” (6).
Estas campañas educativas hacían hincapié en la ignorancia de la mujer para cumplir adecuadamente la función materna. Como señalaba el Jefe de Higiene Infantil de la Sanidad Nacional:

(6) Consigna Nº 4, 1941, p. 15.

- Para ello precisa que todos cumplamos el programa que nos señala muy certeramente las palabras de Pilar Primo de Rivera cuando en Medina del Campo dice: “Les enseñaremos a las mujeres el cuidado de los hijos, porque no tiene perdón el que se mueran por ignorancia tantos niños, que son siervos de Dios y futuros soldados de España”. [...] y para ello hemos de luchar especialmente contra la ignorancia y contra faltas y costumbres que de padres a hijos se transmiten a nuestro país, constituyendo lo que pudiéramos llamar “errores de la sabiduría popular” (Bosch Marín, 1941, p. 14).

O el doctor Navas Migueloa al referirse a la alimentación natural del lactante y a la educación materna:

- “Las madres toman la determinación de privar del pecho a su hijo por ignorancia, creyendo falsamente que su pecho no es suficiente o por necesidad de atender a su trabajo fuera de su hogar” (Navas, 1943 a).
- “hace falta una labor de educación elemental extendida a todos los pueblos de España, a todos los hogares, a todas las madres; sobre todo, a las madres campesinas de nuestro medio rural, tan generosas en dar hijos a España, como ignorantes para después cuidarlos con eficacia” (Navas, 1943 b, p. 55).

Por lo que puede afirmarse que desde el discurso médico se defendía asimismo el papel de la mujer como “ángel del hogar”, haciendo de la domesticidad la piedra angular de la identidad femenina. Así, en la encuesta “Sobre la personalidad de la mujer”, realizada por la revista Senda en 1954, algunos doctores al ser preguntados por las características de la mujer señalaban:

- Pureza, ingenuidad, fe, espíritu de sacrificio, autenticidad, hondura de sus afectos, lealtad. Y acerca de las cualidades que deberían cultivarse en ella: Su religiosidad y espíritu caritativo, su dedicación al hogar. (Dr. Jiménez Díaz)(7).

(7) Senda Nº 135, 1954, p. 10.

- Características: Veo principalmente a la mujer desde estos dos aspectos: como madre y como esposa, y estas dos situaciones las llena, como ninguna otra, la mujer española...

Cualidades: La religiosa. Bondad, Abnegación y Espíritu de sacrificio le sobra a la mujer española. (Dr. Zumel)(8).

(8) Senda Nº 136, 1954, p. 20.

2. LA MUJER MADRE Y ESPOSA “REINA DEL HOGAR”

Al principal papel de madre se unía otro, no menos importante, que la mujer no podía descuidar: el de esposa. Pilar Primo de Ribera se lo recordaba en el discurso pronunciado en Medina del Campo (1939):

- Porque la única misión que tienen asignada las mujeres en la tarea de la Patria es el hogar. Por eso ahora, con la paz, ampliaremos la labor iniciada en nuestras escuelas de formación, para hacerles a los hombres tan agradable la vida de familia que dentro de la casa encuentren todo aquello que antes les faltaba, y así no tendrán que ir a buscar en la taberna o en el casino los ratos de expansión. (Primo de Ribera, [1943]. p. 65)

Esa maternidad debía producirse, por supuesto, en el seno de un matrimonio cristiano donde el cabeza de familia era el hombre: “Todos los que viven bajo un mismo techo, están unidos por vínculos de sangre y se hallan sometidos a la autoridad de un jefe, constituyen una familia” (9). Él es la figura importante y “las mujeres estamos obligadas a que el hombre encuentre en su hogar cuantos encantos y comodidades podamos darles” (10) para que se sienta cómodo y no se vea obligado a abandonarlo:

(9) Así quiero ser, 1940, p.106.

(10) Nueva Raza, 1941, p.104.

- Desvivirse por él, adelantarse a sus gustos, a sus necesidades, en fin, que sepa que alguien le cuida, que tiene precisión de su esposa y precisión de todo lo que le rodea, para ser feliz. Desgraciadamente, el hombre que en su hogar no encuentra alegría y bienestar, marcha afuera, lo busca y aunque encuentre algo ficticio, se da a ello, se aficiona de manera tal, que ya no puede prescindir (Casals, 1939, p. 19).

Las revistas ofrecían muchos consejos para ello; sugerían, por ejemplo, arreglarse para él ya que “a los hombres no les gusta el desaliño”:

- Una mujer con greñas acaba por aburrir al más enamorado de los hombres. Aunque en su casa no vea un rinconcito de polvo y coma los más suculentos manjares. La mujer tiene que ser adorno además de cocinera y fregatriz y el que se haya casado no la releva de hacer lo que consideraba imprescindible cuando tenía novio: arreglarse (11).

(11) Para nosotras Nº 111, julio-agosto 1954, p. 11.

Del mismo modo, la revista Medina transmite a la mujer la idea de que el cuidado del hogar no debe ser “sinónimo en el ama de casa con fealdad, desaliño y suciedad personal”:

- Con coquetería, puede hacerse el milagro de guisar, planchar, barrer, fregar, sin perder la exquisita feminidad ni el encanto y la gracia que debe de tener siempre la mujer, sea cual fuere la labor en que se halle ocupada. Nada de pelo lacio y desordenado, nada de delantales horrendos [...] Al contrario, tendremos trajes o delantales especialmente confeccionados para los trabajos domésticos; alegres, vivos, dinámicos [...] que cambiarán las a veces molestas tareas, en divertido entretenimiento (12).

(12) Medina Nº 113, mayo 1943, p. 8.

Este mensaje divulgado por las revistas se repite en los escritos de autoras afines a la Sección Femenina:

- Hay que evitar que él os vea enfundadas en esa vieja bata que se usa para la limpieza, calzadas con unas zapatillas deterioradas, greñudas y mal aseadas. Nada hay que desilusione tanto a un hombre como ver a su compañera poco cuidadosa de su persona, demasiado ocupada en las cosas del hogar e indiferente ante la proximidad del esposo, al cual ni atiende ni cuida. (Morales, 1942, p. 86).

La maternidad debía desarrollarse en un espacio físico adecuado: el hogar.“Un hogar que puede ser pobre y humilde, pero siempre tiene que resplandecer en él algo característico de la buena ama de casa, de la “Reina del Hogar”, el buen gusto y el orden” (13). Puede decirse que “las revistas de Sección Femenina lo profesionalizan y las de Acción Católica lo mistifican” (Rebollo y Núñez, 2007, p. 205).

(13) Para nosotras Nº 111, julio-agosto 1954, p. 15.

Para Sección Femenina la mujer debe adquirir una sólida preparación sobre las tareas domésticas en las Escuelas del Hogar, mediante el Servicio Social, con la asignatura “Enseñanzas del hogar” y también con la ayuda de sus revistas. Para Acción Católica el hogar es “el santuario del amor conyugal, filial, fraternal, humano y divino: Es todo en uno” (14), por lo que textos e iconografía exhiben frecuentemente el componente religioso del “reino” de la mujer. Nada extraño en revistas cuyo modelo de mujer era la Virgen María: “tenemos en San José modelo de esposo; la Santísima Virgen, como modelo de Virgen esposa, y a Jesucristo, como modelo para todos” (15).

(14) Para nosotras Nº 106, febrero 1954, p. 15.

(15) Nosotras somos así, 1945, p. 92.

En el caso de Y. Revista para la mujer, el modelo elegido fue el de Isabel la Católica: Es la Y de Isabel, materna fundadora, por la que Fernando tomó el Yugo [...] aparecemos bajo la ilustre advocación de quien como nadie supo hacer de sí y de su política, arma de amor e íntegra unidad (16).

(16) Y. Revista de la mujer nacional sindicalista Nº 1, febrero 1938, p.4.

Y en el de Teresa. Revista para todas las mujeres, Santa Teresa:

- TERESA echa a andar como hecha a andar siempre TERESA. Con resolución y a lo que sea. A la antigua, pero motorizada. TERESA, que anduvo por el ancho mundo en borriquillo (el ancho mundo era entonces el camino entre Ávila y Alba de Tormes, alfa y omega de una vida sin par), anda ahora en “Vespa”, habla un poco de inglés, fuma y nada, porque eso no es pecado (17).

(17) Teresa. Revista para todas las mujeres Nº 1, enero 1954, p. 3.

La importancia concedida al hogar limitó en gran medida las aspiraciones de desarrollo personal y laboral de la mujer en el primer franquismo. “Todo lo que se refiriera al ámbito extradoméstico constituye un contramodelo de comportamiento para las mujeres españolas de esta época” (Rebollo y Núñez, 2007). Ejemplos significativos los encontramos en el acceso al mundo laboral o a los estudios superiores. Como ya vimos el trabajo fuera del hogar no se consideraba adecuado para la mujer, o era un mal necesario orientado a la ayuda de una endeble economía doméstica, no debiendo, en ningún caso, redimirle de sus deberes domésticos. Y por encima de éste estaba siempre el deber de madre: “trabajarás racionalmente, mientras seas soltera en tareas propias de tu condición de mujer. Después, cuando la vida te lleve a cumplir tu condición de madre, el trabajo será únicamente el de tu hogar” (Sanz, 1939, p. 12).

- Desde luego, la misión esencial de la mujer es la de ser esposa y madre, y a cualquiera clase social que pertenezca, debe concentrar sus energías en el hogar y atender al gobierno de su casa, a la crianza de los hijos y a la administración de la hacienda doméstica, prescindiendo de toda ocupación que la distraiga; para esto es necesario que el jefe de la familia baste para subvenir a las necesidades domésticas; de lo contrario, ella se verá obligada a trabajar fuera de la casa para aumentar los ingresos de la misma (Buj, 1942, p. 27).

Triste imposición de la vida moderna es la necesidad creciente de que la mujer salga de su hogar y busque en la oficina, el taller o la fábrica el medio de atender a su subsistencia o de incrementar las ganancias del padre o del marido (18). Pero tal vez ha llegado el momento de aconsejar a nuestras mujeres que no se dejen convencer demasiado por el snobismo norteamericano. Y sin llegar a lo de “la mujer, la pierna quebrada y en casa”, podría quedar el problema en su justo medio [...] y que lo razonable sería saber ser moderna y al mismo tiempo señora de su casa, alma del hogar. (Salaverría, 1938, p. 11).

(18) Para nosotras Nº 106, febrero 1954, p. 25.

Así, aunque la “carrera de la mujer es casarse y su puesto el hogar” (Enciso Viana, 1945) existía algún tipo de trabajo admitido para ella: “Cuando seáis mayores podéis estudiar una carrera que vaya con vuestras aficiones y que sea siempre de mujer. Enfermera, puericultora, maestra, algo que parezca en especial para nosotras mujeres” (19). La revista Y indicaba “las profesiones más a propósito para ser ejercidas por las mujeres, según la vocación de cada una”. Las señaladas eran: secretaria, modista, representante, institutriz, maestra, practicante, institutos de belleza, telefonista y carrera universitaria (preferentemente Filosofía y Letras o Farmacia) (20). Una de las profesiones-estrella femenina fue la de enfermera. La revista Ventanal (21) realizó una encuesta sobre las cualidades ideales de las que la ejercían:

(19) El libro de las Margaritas, 1940, p. 28.

(20) Carreras para la mujer, Y. Revista para la mujer Nº 44, septiembre 1941, p. 19.

(21) Las mejores cualidades de una enfermera, Ventanal Nº 11, marzo 1947, p. 9.

- Es imprescindible un mínimo de simpatía y calor maternal para hacer más eficaz cualquier fase del “arte de curar”, al que, sin duda alguna, la enfermera puede colaborar sustancialmente con el médico. (Dr. Oliver Pascual)
- Espíritu de amor al prójimo; es decir, caridad inagotable, paciencia sin límites. Saber sacrificarse en beneficio del ser que sufre, tratándole con dulzura [...] procurando calmar al enfermo, tanto en sus sufrimientos físicos como en sus inquietudes espirituales. (Dr, Luque Beltrán)
- Primero, su feminidad. Que sea mujer por encima de todo, porque siendo mujeres proporcionan agrado, y como tales deben ser las maneras de las enfermeras, es decir, que sean dulces, madrecitas, cualidad fundamental sobre todas las cosas. Y fáciles al sacrificio. (Dr. Blanco Soler)

Pero la tajante propuesta inicial de vuelta al hogar forzada por las circunstancias socioeconómicas de España va atenuándose y, en los años finales de la década de 1940 y en la de 1950, los mensajes de las revistas van siendo más contradictorios en este sentido. Así, algunos artículos defienden la incorporación de la mujer a todo tipo de oficio (22) o, incluso, reconocen la real incorporación de la mujer al ámbito laboral:

(22) Dolores Medio, en una entrevista realizada José Montero, opinaba que: “puesto que la mujer ha ido demostrado su capacidad para toda suerte de trabajos [...] todas las labores, todos los oficios, pueden ser desempeñados por ella” (Montero Alonso, 1954 a).

- Zonas dominadas antes por el hombre conocen hoy la invasión compacta de las mujeres. Las redacciones, las aulas, las oficinas, las fábricas, los comercios, se ven cada día más asediados por Eva. Ésta quiere ser novelista, periodista, abogada, empleada, obrera... El hogar no es ya el único escenario de sus horas. (Montero Alonso, 1945 b:, p. 14).

Algo parecido sucedió con algunas modas y prácticas sociales en las que se pasó de la mayor reprobación a una actitud más complaciente; como ocurrió con la mujer que fumaba o bebía:

- La abundancia de diversiones, la incontinencia, el abuso del tabaco y el alcohol, la falta de descanso, todo ello produce serios trastornos en la salud de la mujer, trastornos cuyas consecuencias se acusan más tarde, cuando por los excesos cometidos se encuentra menos apta para la maternidad. [...] El uso del tabaco en la mujer, como espectáculo, es algo de mal gusto, extraño a nuestro modo de ser e impropio de una mujer auténticamente femenina. Y a los hombres les desagrada enormemente que la mujer fume (Morales, 1942, p. 67)
- La mujer moderna ha traicionado la condición de su sexo y se desvía de la función que le ha encomendado la Naturaleza [...] Vemos la mujer moderna entregada a los deportes, al alcohol, al tabaco, a fantasías literarias o artísticas, al juego de naipes, a la crítica cinematográfica doméstica, a cualesquiera ocupaciones menos a la de acunar bebés (Vallejo Nájera, 1946, p. 133).
- Los signos de virilismo también se dan más frecuentemente en las que abusan del tabaco, con hirsutismo, voz bronca, etcétera, que en las que no se deleitan aspirando el humo del tabaco. En bastantes casos se desencadenó el síndrome de la eclampsia, siendo indudablemente los cigarrillos productores de abortos y responsables de partos prematuros (Dr. Aguado, 1954, p. 28).

Como consecuencia de la mejora de esas condiciones socioeconómicas el prototipo de mujer sufre algunas modificaciones; de ese modo es posible ver desde el editorial de alguna revista de la Sección Femenina la defensa de una mujer moderna que “habla un poco de inglés, fuma y nada, porque eso no es pecado”.
Teniendo en cuenta que la “excesiva formación” de las mujeres no estaba bien vista por educadores y consejeros católicos y falangistas, que propugnaban su dedicación al hogar; en los primeros años de la posguerra la instrucción de la mujer “se canalizó hacia los niveles de enseñanza primaria y media profesional, mientras se obstaculizaba su acceso al bachillerato universitario y de aquí a la universidad” (Alicia Alted, 1986).
Las publicaciones dedicaron poco espacio a los dos primeros niveles de instrucción formal centrándose en los estudios femeninos en la universidad mostrando, eso sí, sorpresa por el acceso de las jóvenes a estos estudios:

- Antes generalmente estudiábamos en casa poco y mal -algo de lenguas, unas nociones de piano, unas laborcitas, y como todo deporte un pesadísimo paseo por el Retiro o la Castellana, acompañadas por nuestra “miss” o “mademoiselle”-, esperando llegar a los anhelados dieciocho años para ponernos “de largo” [...] Hoy, las chicas de esa edad, en su gran mayoría, se educan en colegios, estudian el Bachillerato, como sus hermanos; perfeccionan los idiomas en el extranjero y practican los deportes con verdadera maestría. Esto no impide el que sean tan femeninas como nosotras y que, además, conozcan y disfruten de todo lo artístico (23).

(23) Ventanal Nº 3, abril 1947, p. 12.

Sus páginas volvían a transmitir el mensaje de que la instrucción superior de la mujer no la hacía menos mujer:

- Se han abierto de nuevo las puertas de las viejas y vetustas Universidades; por ellas entran un tropel de jóvenes muchachas, sin libros todavía, pero con el semblante sano y la piel bronceada [...] ¿Podrán decir los que les contemplan que los estudios han borrado su feminidad? ¡No y mil veces no! La mujer es como la rosa, a quien, por más cuidados que dedique un jardinero, jamás podrá convertirla en clavel (Abia, 1941, pp. 6-7).

De manera que “el objetivo primordial de sus vidas seguía siendo el matrimonio, punto en el que alcanzarían la dicha más absoluta” (Prada Seijas, 2001). Idea que exhibían algunos artículos aparecidos en Medina:

- Si el día de mañana el amor llama a su corazón y le hace señora de una casa, será la mejor compañera del esposo y la mamá más perfecta, porque todas sus acciones estarán guiadas por el talento que sus estudios han sabido en ella desarrollar (Abia, 1941, p. 7).
- (Estudio) “Para ganar dinero me responde Blanca. “Aunque le aseguro que si encuentro en mi camino un muchacho inteligente y que no “esté mal del todo”, me casaré con él, ya que al fin ésta es, a mi juicio, la verdadera carrera de la mujer” (24).

(24) Medina Nº 85, noviembre 1942, p. 9.

- En el Colegio, la ilusión infantil de bandas y recompensas me llevó al éxito en los estudios, y el Bachillerato salió sin sentir. Pero mi vocación no es esta. Yo hubiera querido tropezar con la felicidad en forma de matrimonio, a los dos años de salir del Colegio (Werner, 1942 b, p. 5).
Además a la mujer universitaria le “acechan unos peligros de los que se ven libres otras mujeres”. Uno es el de “mirar por encima del hombro a las demás mujeres que no han frecuentado la Universidad”; otro, más espinoso, “el que su vida religiosa tropiece con graves obstáculos de orden intelectual” (Marcos, 1947, p. 3).
Estos estudios universitarios, a los que de entrada accedía un número reducido de jóvenes, estaban especialmente indicados para las estudiantes “cien por cien”, para las “elegidas”. La “elegida” era:

- esa muchacha de aire deportivo y alegre, de familia intelectual cuyo medio la lleva a refinarse [...] sin abandonar su ser exquisitamente femenino [...] que es ante todo preparación del hogar, modales suaves y pureza de pensamiento y costumbres (Werner, 1942 b).

Para el resto de las chicas que no eran tan privilegiadas “abría los brazos, como sucedáneo de la Universidad, la maternal Sección Femenina” (Martín Gaite, 1987):

- La S. F. ha desviado la atención de la mujer hacia profesiones netamente femeninas. Ha dignificado la profesión de enfermera, ha creado el profesorado de las Escuelas del Hogar [...] y hasta en el trabajo manual y de Artesanía ha creado para la mujer una serie de trabajos remunerados y exquisitos redimiendo a tanta mujer del pueblo del difícil y cansado camino de los libros. (Werner, 1942 b, p. 5).

El mensaje estaba claro, era en el hogar donde la mujer encontraría su razón de ser y su satisfacción. “Únicamente la mujer instruida en todos los deberes femeninos, capacitada para la trascendente tarea del hogar y la familia, puede esperar confiadamente la propia felicidad” (Morales, 1942: 56-57). Como expresó Marichu de la Mora (25) (1943): “¡por fin!, hay un Estado que se ocupa de realizar un sueño de tantas mujeres españolas: el ser amas de casa”.

(25) Fue directora de la revistas Y. Para la mujer y Ventanal y colaboradora en las revistas Medina y Fotos.

2.1. Las niñas de hoy y madres de mañana

Puesto que la misión fundamental de la mujer era la de ser madre, se hacía necesario un cuidado escrupuloso de la salud de la niña para que en el futuro pudiera llevarla a cabo:

- Por tanto, no es de extrañar la importancia que tiene el que en este momento la niña esté vigilada y cuidada en el aspecto tanto material como moral, para que una desviación de la normalidad no tenga como consecuencia ningún defecto para el niño que un día vendrá al mundo. [...] Se ha de vigilar mucho su alimentación, que habrá de ser sana y abundante, eligiendo los alimentos que, además de un predominio en calcio y hierro, lleven las vitaminas que tan importantes son, si hemos de evitar las enfermedades por carencia (Luque Beltán, 1938 b, p. 21).

Mediante la higiene, la gimnasia y el deporte se busca esa mujer sana y limpia moralmente que el Estado requiere para madre de sus hombres del porvenir. Así, “el discurso hegemónico dirigido a las jóvenes, en este sentido, se construirá en gran medida en torno al cuerpo, ya que en él es donde debe realizarse en el futuro, con la maternidad, la mayor grandeza de la mujer” (Roca i Girona, 2003, pp. 54-55). Y desde el discurso religioso ese cuerpo se convertirá en un “templo” a respetar mediante la pureza de la joven:

- Pues ya lo sabes: ten cuidado con lo que miras, con lo que lees, con lo que oyes, con lo que te divierte. Si hay algo que puede sugerir a tu imaginación pensamientos torpes, tienes la obligación de evitarlo. Si no, no te quejes. Lo natural es que te asalten imágenes sucias y manches tu pureza y te hundas en el barro (Enciso Viana, 1959a, p. 3).

La joven ideal debía conseguir “el modelo de mujer-ángel. Y a fin de hacerlo accesible deberá ejercitarse continuamente en la aversión más decidida hacia aquello que pueda ofender la decencia” (Roca i Girona, 1996).
Loli, ¿bailas conmigo?- le insiste su primo. No tengas recelo; he comulgado esta mañana. Conmigo no importa. A Loli se le van los pies…, pero reacciona. Se acuerda que Jesús contestó a la tentación. No tentarás al Señor tu Dios... [...]

- Mari Luz escucha a su propio espejo: Con ese escote estás monísima. -Pero estoy provocativa. -Pero tendrás un éxito enorme. Todos los chicos te admirarán. -Y ¿su alma? Mari Luz se quita el vestido y lo devuelve a la modista para que se lo reforme.
- No puede olvidar la lección de Jesús: Adorarás al Señor, tu Dios, y a El sólo servirás.
- Servir a la moda y a la vanidad antes que a Dios, nunca (Enciso Viana, 1948, p. 5).

La manera de transitar por el recto camino pasaba por la imitación de su modelo (María) apartándose de comportamientos indeseables (Eva):

- Ella fue como tú. ¿Eres tú como ella? Tenía quince años como tú. ¡Qué quince años más espléndidos! Era esbelta como una palmera, bonita como un rosal, graciosa como el tamarindo... Todas estas cosas dice de Ella la Biblia. Estas cosas y otras muchas más (Enciso Viana, 1959 b, p. 3).

- Dios creó a la mujer para ser la ayuda del hombre. Estas, ¿a qué le pueden ayudar? A caer como Eva. En el mismo paraíso, donde debía haberle ayudado a ser feliz, le ayudó a ser desgraciado. ¡Vaya faena que nos hizo! La que nos hacen las que ahora se empeñan en obrar como ella. Las que hoy nos hacen falta son las que ayudan al hombre a levantarse, como María, que salvó a la Humanidad (Enciso Viana, 1959c, p. 3).

También tenía que evitar la joven beber los vientos de paganismo -procedentes del extranjero- si el día de mañana quería ser una ejemplar mujer española católica:

- Es un consuelo tener a la vista la imagen antigua y siempre nueva de esas mujeres españolas comedidas, hacendosas y discretas. No hay que dejarse engañar por ese otro tipo de mujer que florece en el clima propicio de nuestra polifacética sociedad, esa fémina ansiosa de “snobismo” que adora lo extravagante y se perece por lo extranjero. Tal tipo nada tiene que ver con la mujer española y, todo lo más, es la traducción deplorable de un modelo nada digno de imitar (Ysern, 1943, p. 40)

Teniendo en cuenta la importante tarea educativa que debe acometer a lo largo de toda su vida, la futura madre debe “preparase convenientemente desde sus primeros años para que más tarde pueda llevar a cabo con toda utilidad y acierto la incesante ocupación de todas sus facultades puestas al servicio de su importante quehacer de esposa y madre” (Morales, 1942, p. 21).
A la construcción, afianzamiento y propaganda de este “modelo ideal” de mujer contribuyeron paralelamente publicaciones de organizaciones, revistas y tebeos infantiles. Las revistas destinadas a las jóvenes y a las niñas ejercieron, al mismo tiempo, de verdaderos órganos de propaganda importantes en la captación de nuevas militantes y asociadas entre las filas de Juventudes Femeninas de Falange y aspirantes de la Acción Católica. Ese fue el caso de Bazar, Volad y Tin Tan (26); a través de sus páginas se orientó a las lectoras hacia la práctica de normas sociales y tareas consideradas propias del ámbito femenino:

(26) Véase (Martínez y Sánchez, 2013) y (Martínez, 2016).

- Desde pequeñita debes ser la ayuda de mamá; procura entretener a los hermanos pequeños dejándoles tus cuentos y revistas. ¡Pero ten cuidado que, como son pequeños, te las pueden estropear! (27) .

(27) Almanaque Tin... Tan..., 1954, p. 4.

- Ves a mamá que está apurada con tanto quehacer. Tiene que cuidar a tus hermanos pequeños, repasar la ropa, vigilar la cocina. Tú ya eres mayorcita y puedes hacer muchas cosas en la casa. Ofrece tu ayuda

- Ves a mamá que está apurada con tanto quehacer. Tiene que cuidar a tus hermanos pequeños, repasar la ropa, vigilar la cocina. Tú ya eres mayorcita y puedes hacer muchas cosas en la casa. Ofrece tu ayuda (28). (28) Bazar, enero 1947, Nº 1, p. 14.

Las revistas contaban con secciones dedicadas a la educación en “buenas maneras” de las lectoras en las que se indicaban aquellas actitudes y conductas consideras propias de una niña bien educada. Las virtudes en las que se hacía hincapié eran las de la obediencia, modestia, el respeto a los demás (puntualidad, saludos, visitas, puntualidad, etc):

- Si das media vuelta cuando llega la hora de levantarte. Después vas deprisa y corriendo, a medio lavar y peinar, mientras tu madre se disgusta por tu pereza. [...] Y luego, de tanto apuro, llegarás tarde al “cole” y te pondrán de cara a la pared (29).

(29) Bazar, marzo 1949, Nº 24, p. 6.

- La incorrección y descortesía que representa la falta de puntualidad, tiene mayor importancia, según la categoría de la persona de quien se trata. Así, hacer esperar a una amiga tiene más disculpa que hacer esperar a una persona de edad y respeto (30).
(30) Volad, noviembre 1954, Nº 101, p. 17.

- Lo mejor, pues, es, cuando sois jóvenes y así en general enseñaros y deciros que también los saludos tienen sus fórmulas de educación, según la categoría, la edad, la condición de la persona a quien se saluda (31).

(31) Volad, septiembre 1954, Nº 99, p. 24.

Y le revelaban lo que debía ser en toda joven la feminidad y la delicadeza: Cuando se dice que una joven es femenina, enseguida se viene a la menoría un carácter delicado, fino en todos sus modales, amable con cuantos le rodean, abnegado, constante y firme en sus trabajos, aficionado a las labores del hogar, amparo y consuelo de sus padres, salpicado todo esto de la más sana alegría capaz de ser comunicada a cuantos le rodean (32).

(32) Volad, enero 1948, Nº 21, p. 8.

En cuanto a la instrucción se volvía a hacer hincapié en la importancia de los aprendizajes para el hogar:

- Hay niñas que estudian con ahínco la Mecanografía, la Taquigrafía, los idiomas y la Contabilidad (es el caso de Teresina) [...] Sin embargo Teresina, embebida con tanta sabiduría, había olvidado aprender otras cosas muy útiles y no sabía hacer una tortilla de jamón, ni freír una patata, ni hacer una vainica, ni limpiar un picaporte, ni barrer debajo de un armario. [...] Una vez ocurrió que la mamá de Teresina tuvo que ir a Huesca porque se había puesto enferma su tía Juana [...] Los días que estuvo ausente la mamá de Teresina tuvieron que ir a comer al restaurante. ¡Qué vergüenza para una mujercita de su casa! Y su papá decidió que Teresina, sin olvidar la Taquigrafía ni nada de eso, aprendiera a freír huevos, a coser y a barrer, que son unas ciencias que también son muy necesarias a las niñas (33).

(33) Bazar, agosto 1949, Nº 29, p. 19.

Las revistas infantiles de las organizaciones femeninas no fueron las únicas que difundieron el discurso hegemónico referido a la función de la mujer, los primeros tebeos femeninos del franquismo también lo hicieron. Un ejemplo es Mis Chicas (34) “donde se les daban consejos de higiene, de comportamiento social, de cocina y de labores, y se las encaminaba hacia paraísos de ternura sublimados en breves relatos de final feliz” (Martín Gaite, 1987, p. 98). La revista contó con una sección -“Carta de la tía Catalina”- en la que se mantenía correspondencia con las lectoras y se indicaban “las supuestas cualidades femeninas reafirmando, con sus consejos, el culto a la mujer de su casa, sugiriendo comportamientos que inscribían a las chicas lectoras en el cosmos familiar” (Carreño, 2003 2004, p. 87).
(34) El 2 de abril de 1941 nació la revista Mis Chicas como suplemento de Chicos, convirtiéndose en la primera revista comercial de historietas específicamente destinada a las niñas. Puede verse (Martínez, 2015).Mis chicas, 30 Abril 1941, Nº 5, p. 3.

Mis chicas tenía una sección dedicada a la muñeca Mariló; una muñeca de trapo que aparece en el primer número y que es objeto de una interminable serie de labores destinadas a vestirla y para las cuales -como se indicaba en la revista-:

- Iremos dando lecciones de costura para que vuestras labores resulten una verdadera obra de arte, hasta las de las lectoras más chiquitinas de MIS CHICAS.

En uno de los números es la propia Mariló la que se dirige a las niñas:

- Ya sabéis mamaítas, que dentro de muy pocos días es mi cumpleaños, ¡cumplo un año!. Y claro, como las muñecas crecemos mucho más deprisa que las niñas... pues ya soy una muñeca de verdad. ¡Y si vierais lo preciosísima que me han hecho!¡Lo guapísima que soy! [...] ¡Cómo me vais a querer cuando vaya con vosotras! ¡Cómo me vais a mimar! (35).

(35) Mis chicas, 11 Marzo 1942, Nº 44, p. 2.

Por lo que la sección parecía especialmente diseñada para ir preparando a las niñas como futuras madres. En lo referido a la educación femenina repetía las consignas falangistas del momento: está muy bien esa afición tuya a la lectura y esos deseos de saber y aprender cosas. Pero mucho cuidado, no exageres la curiosidad que no siempre es bueno tener demasiada (36).
Esta claro, pues, que las niñas debían centrarse en el aprendizaje de las tareas propias del ama de casa: cocina, labores, cuidado de los pequeños, etc., dejando en un lugar secundario las inquietudes intelectuales.

(36) Mis chicas, 23 Abril 1941, Nº 4, p. 2.

3. CONCLUSIONES

La maternidad como cimiento de la identidad femenina tuvo su máximo defensor en la religión católica, pero en las primeras décadas del siglo XX se suma, al discurso religioso, uno médico que le confiere un carácter científico a esa legitimación. La coincidencia entre el discurso médico, moral y pedagógico fomentó y mantuvo el modelo de “mujer-madre” en el que era necesario educarse. Se trataba de instruir a niñas y jóvenes en la que se consideraba su misión suprema partiendo de su ignorancia y falsas creencias. Esa maternidad debía desarrollarse dentro del matrimonio cristiano -sacramento que unía a los esposos de por vida-.
El discurso de la domesticidad y una paralela exaltación de la maternidad no se transmitió únicamente a través del sistema educativo formal, también se sirvió de cauces no formales para su difusión como: revistas de las organizaciones femeninas, folletos, carteles, tebeos, agendas femeninas, etc. Así, la prensa para mujeres -considerada esencialmente como un medio de evasión del duro mundo que les tocó vivir- se convirtió frecuentemente en un poderoso instrumento de adoctrinamiento puesto que las receptoras no eran conscientes de la intencionalidad que pretendía; de ahí, la importancia y la riqueza que tiene como fuente para la historia material de su educación, razón que nos lleva a considerar las publicaciones femeninas –calificadas por algunos de segundo orden – como un significativo material para la investigación histórico-educativa.
Las revistas fueron un vehículo de orientación maternal dedicándole numerosas editoriales, artículos y entrevistas. Tanto las de Sección Femenina -con un gran contenido doctrinal político- como las de propaganda católica reafirmaron el modelo hegemónico de “madre-esposa” asignado a la mujer. Muchas daban consejos acerca de cómo buscar novio, casarse acertadamente y conservar el vínculo; igualmente dedicaban especial atención en sus páginas al hogar como “santuario” y “reino” de la mujer -presentando la vuelta y encierro en el mismo como su sueño liberador-, de manera que el papel de ama de casa debía ser deseado y asumido por todas fuera cual fuera su posición social y nivel académico adquirido; concepción que explica que la actividad laboral fuera de ese ámbito privado no estuviera bien vista -siendo solamente admitida en profesiones consideradas adecuadas para el ejercicio femenino y como algo temporal-. La mujer se ve forzada, tanto por el discurso oficial como por el de las publicaciones, a ajustarse al modelo establecido olvidándose de sí misma y volcándose hacia los otros quedando reducida a ser para Dios, para la Patria y para el hogar.
Las publicaciones infantiles femeninas también proporcionaron otro espacio de socialización diferente al de la escuela; más allá del pasatiempo, objetivo principal de las mismas, contribuyeron, aunque de manera más sutil e informal que los textos escolares, a la socialización de las niñas en la diferencia entre los sexos. A través de las historias se orientaba a sus lectoras hacia la práctica de normas sociales consideradas propias del ámbito femenino y que tenían que ver con lo doméstico y el cuidado de los otros. Podríamos decir, entonces, que estas publicaciones cumplían una importante función de socialización entre las niñas, que completaban la labor de otros agentes como eran la escuela y la familia, y de adoctrinamiento, pues reforzaban el contenido ideológico de organizaciones políticas o cristianas.
Todo lo expuesto nos lleva a afirmar que la educación maternal no solo se consumó a través de los libros de texto -en especial los elaborados para las niñas- sino que revistas, novelas y tebeos femeninos coadyuvaron en ese propósito. Y es que a lo largo de sus páginas niñas y mujeres aprendieron a creer en Dios y en la Patria. A rezar todas las noches. A cocinar, coser y cantar. A ser buenas y caritativas. A cuidar a sus hermanitos. A guardar su pureza como una flor delicada. A amar a las muñecas. A no leer libros ni ver películas prohibidas. En resumen, a convertirse en madres ideales, ejemplares amas de casa y solícitas esposas.

4. NOTAS

(1) Sus colaboraciones aparecían en revistas como: Y. Revista para la mujer, Consigna, Medina, Teresa, Ventanal y Senda.
(2) En los primeros años del franquismo era el médico encargado de los artículos de información ginecológica en las revistas dedicadas a la mujer. En Y. Revista para la mujer escribió su crónica bajo el seudónimo de “Gimnasiarca”.
(3) En 1944 es Jefe de Puericultura de la Sanidad Nacional y de la Obra Maternal e Infantil del Instituto Nacional de Previsión.
(4) Para nosotras Nº 105, enero 1954 p. 22.
(5) Consigna Nº 28, 1943, p. 56.
(6) Consigna Nº 4, 1941, p. 15.
(7) Senda Nº 135, 1954, p. 10.
(8) Senda Nº 136, 1954, p. 20.
(9) Así quiero ser, 1940, p.106.
(10) Nueva Raza, 1941, p.104.
(11) Para nosotras Nº 111, julio-agosto 1954, p. 11.
(12) Medina Nº 113, mayo 1943, p. 8.
(13) Para nosotras Nº 111, julio-agosto 1954, p. 15.
(14) Para nosotras Nº 106, febrero 1954, p. 15.
(15) Nosotras somos así, 1945, p. 92.
(16) Y. Revista de la mujer nacionalsindicalista Nº 1, febrero 1938, p.4.
(17) Teresa. Revista para todas las mujeres Nº 1, enero 1954, p. 3.
(18) Para nosotras Nº 106, febrero 1954, p. 25.
(19) El libro de las Margaritas, 1940, p. 28.
(20) Carreras para la mujer, Y. Revista para la mujer Nº 44, septiembre 1941, p. 19.
(21) Las mejores cualidades de una enfermera, Ventanal Nº 11, marzo 1947, p. 9.
(22) Dolores Medio, en una entrevista realizada José Montero, opinaba que: “puesto que la mujer ha ido demostrado su capacidad para toda suerte de trabajos [...] todas las labores, todos los oficios, pueden ser desempeñados por ella” (Montero Alonso, 1954 a)
(23) Ventanal Nº 3, abril 1947, p. 12.
(24) Medina Nº 85, noviembre 1942, p. 9.
(25) Fue directora de la revistas Y. Para la mujer y Ventanal y colaboradora en las revistas Medina y Fotos.
(26) Véase (Martínez y Sánchez, 2013) y (Martínez, 2016).
(27) Almanaque Tin... Tan..., 1954, p. 4.
(28) Bazar, enero 1947, Nº 1, p. 14.
(29) Bazar, marzo 1949, Nº 24, p. 6.
(30) Volad, noviembre 1954, Nº 101, p. 17.
(31) Volad, septiembre 1954, Nº 99, p. 24.
(32) Volad, enero 1948, Nº 21, p. 8.
(33) Bazar, agosto 1949, Nº 29, p. 19.
(34) El 2 de abril de 1941 nació la revista Mis Chicas como suplemento de Chicos, convirtiéndose en la primera revista comercial de historietas específicamente destinada a las niñas. Puede verse (Martínez, 2015).
(34) Mis chicas, 30 Abril 1941, Nº 5, p. 3.
(35) Mis chicas, 11 Marzo 1942, Nº 44, p. 2.
(36) Mis chicas, 23 Abril 1941, Nº 4, p. 2.

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